Sonia Bustos Reyes.
Detenida el 5 de septiembre de 1974 por la DINA, la brutal policía secreta de Pinochet.
Dentro del gran número de libros publicados en el marco de los 50 años del Golpe militar de 1973, destaca por su intimidad, por su cariño, por su dolorosa añoranza, por su terca indagación, el libro “Rostros de una desaparecida”, (ed. Overol) del periodista Javier García Bustos, sobrino de Sonia, detenida y desaparecida hasta el día de hoy.
Una reconstrucción compleja, personalísima, que es búsqueda permanente. De sus restos, de sus fotografías, de sus versos también desparecidos, pero especialmente, de la esencia de este “fantasma incompleto”.
Que tenía dientes hermosos, que su cédula de identidad era 5.226.393-K, que escribía versos en cuadernos que se robó la DINA, como si no bastara haberse quedado con su vida, pues como el autor relata, “sus años de ausencia superan los de su vida”.
Javier García narra la historia de una tía que la dictadura le arrebató, a la cual no alcanzó a conocer, más que por los testimonios de sus familiares, amigos y lo que diversos papeles le dieron para recordar a una mujer de 30 años, que trabajaba en el casino de la Policía de Investigaciones, que formaba parte de una célula que elaboraba identidades falsas, y que estuvo detenida en Londres 38, en José Domingo Cañas y en Cuatro Álamos, centros de tortura y del horror.
Sonia, finalmente, es una de las 1210 personas que engrosan aquel listado del cual habló en los 80 el poeta Nicanor Parra, en el epígrafe que Javier García escogió para su libro:
“De aparecer apareció
Pero en una lista de desaparecidos”
Efectivamente, es ahí donde Sonia aparece. Acompañada, en ese enorme listado; sola, en cambio, en las escasas fotografías que se conservan o se han logrado recuperar de ella, cuestión casi imposible de comprender en un mundo como el de hoy, donde todo se fotografía, donde todo se transforma en visual.
Son señales que se buscan entre papeles, entre conversaciones, entre fallos judiciales. Los rostros de una desaparecida, de un “ser querido por su ausencia”.