Taguada. Viaje al inicio de la chilenidad

Soy de los que conocía, de oídas, la historia. De oídas, porque el cantautor Rolando Alarcón la cantó hace unos 50 años y yo tenía el casete. Por si lee un joven, se trataba de un objeto de plástico y con cinta magnética gracias a la cuales cuchábamos música hasta hace unos pocos años.

Pero esto es diferente. Acá hablamos de meterse en este viaje en el tiempo, el espacio y la imaginación qué te ofrece Andrés Montero en Taguada.

Viajamos a tropezones, de a poco, a punta de entrevistas imaginarias y relatos pueblerinos, en poco más de 200 páginas, (de La Pollera Ediciones)
a la época en que habría sido, en el lugar dónde podría haberse realizado, con los versos que supuestamente se enfrentaron, el terrateniente Javier de la Rosa y el mulato Taguada en un épico y mítico duelo de contrapunto.

Es un libro notable, una narración de tomo y lomo, que hace recordar de inmediato el ensayo del autor «Por qué contar cuentos en el Siglo XXI». Y Taguada es la respuesta: porque contar es bello; porque las historias son viajes y nos hacen volar; y porque hay historias que no se pueden perder, historias que tienen que seguir recorriendo…», como dice Montero.

Bienvenidos a un pedazo de historia, a aquella época en que empezábamos a construir nuestro propio relato cultural y lo hacemos a través de este conflicto musical, entre el hacendado y el peón, entre el blanco y el mulato, entre la historia que somos siempre y aquella que buscamos reescribir.

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